Un pequeño búho o lechuza se paseaba por unos postes de luz. Me acerqué sigiloso por detrás, y corroboré lo que siempre escuché por ahí de estas especies: pueden girar su cabeza 180 grados sin ningún problema.
Lo miré fijo, y él hizo lo mismo, regalándome este hermoso momento que, por suerte, pude retratar.
Según averigüé, se trataba de una cría joven, que fue dejada por sus padres una vez alcanzada su madurez. Y se paseaba libremente junto a su pareja, esperando seguir el mismo camino que sus padres: tener sus crías para después marcharse en busca de otros horizontes.
Si vas por ahí y ves que dos ojos te miran, no te asustes ¡Es el Señor Buhito!
¿Qué miras?
Por Ignacio Larre