Descanso en la sombra que expande tu brío,
tu bella mirada que aplaca este frío.
Susurras al viento cambiando su norte
y con cada sol recitas mi nombre.
Cuéntame tu historia, coloso del tiempo,
que me queda poco y a ti, tantos sueños.
Dime por qué lloras, por quién te enamoras.
Háblame en caricias, que no tengo prisas.
Muéstrame tu alma, desnuda tus penas,
que aunque ya es otoño hay savia en tus venas.
Vístete despacio, como más prefieras,
que al cerrar los ojos será primavera.
Sabes de mi vida, todo te he contado,
y tú, tan paciente, nunca te has quejado.
Simpleza en tu estirpe y pura grandeza,
de buena madera, noble es tu corteza.
No olvides mi rostro, mi árbol, mi amigo,
que viene la noche, quédate conmigo.
Y entre las estrellas alzarás tus brazos,
haciendo que el cielo duerma en tu regazo.
Mi árbol, mi amigo
No hay nada más lindo que disfrutar de las cosas simples que ofrece la vida, y de aquellas amistades muchas veces invisibles a los ojos, pero no al corazón. Abramos todos nuestros sentidos y hallaremos un universo de amistades, que jamás nos dejarán solos.
Por Ignacio Larre